Mi pequeña revancha: Mi pequeña

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¿Lagunas mentales?
No se preocupe
Péguese un viajecito a la Argentina
Se las quitarán de inmediato



Mi pequeña


And thus, in a manner, privacy
and society were conjoined

Melville

A excepción de Febres y Lalá, toda mi ascendencia es, en alguna medida, figura pública, para no decir que tiene la manía de mostrar.
El caso extremo es Carlos Sánchez Torrealba, mi papá natural (de ahora en adelante Carlos), a quien pueden haber visto en películas como La Oveja NegraPequeña Revancha y Colt Comando; en obras de teatro como El rey se muereHamletEsperando a GodotEl diario de un loco y El día del juicio en la tarde; y últimamente en el grupo humorístico-musical Los Hermanos Naturales.
Mercedes, mi madre, es feminista, activista de género y por los derechos sexuales y reproductivos. Y si uno la gugluea lo primero que aparece es este artículo llamado Sexo en la madurez (en el que por cierto se refiere  sin nombrarlos a P.P., y a Lalá y Febres también).
P.P., mi padre, como fotógrafo no hizo demasiado por promocionarse, y se mantuvo casi en el anonimato a pesar de que (no por ser su hijo lo digo) su obra es verdaderamente genial. Sin embargo, una foto de su pene está en la portada de una publicación artística de los años ochenta llamada El paquete erótico. Por otro lado, hoy dirige un programa de radio de discusión política en el prime time de la Radio Nacional de Venezuela.
La lista sigue y es larga, pero para empezar a cerrar la idea tengo que decir que esta situación marca mi vida en dos sentidos: en uno, por la tácita presión de mierda que secretamente dice tú-también-tienes-que-figurar (explicitada por la muy poco sutil y reiteradísima insinuación de mi madre, cuando te ganes el premio Nobel). Y en otro , porque cada vez que me asomé a lo público en Venezuela (en el teatro, en la radio, en el periodismo, en la política, en la literatura) apareció siempre en algún punto aquello del hijode, la mayoría de las veces primero que nada.
(Tengo que decir que al lado de la situación que tiene mi amigo Andrés González respecto a esto, lo mío es realmente irrelevante, pero paradójicamente, a diferencia de mí, para él no es un problema en absoluto).
Mi deseo de relatar es también deseo de ir a lo público. Pero entre mi relato y lo público están las fuertes marcas de los que vinieron antes de mí, cuyo paroxismo, claramente, es la genealogía interrumpida, que se remonta cinco siglos antes de mí.
Ponerlos a ellos adelante sin cambiarles los nombres es un poco la única forma de no sentirme terriblemente hipócrita. Pero es también, hay que decirlo, mi pequeña revancha.